La teoría más aceptada relaciona la esperanza de vida con el tamaño y el metabolismo del organismo. Es decir, cuanto más grande sea el individuo y más lento su consumo de energía, más años vivirá. Sin embargo, esta afirmación podría no ser del todo cierta.
En su trabajo más reciente, publicado por la revista The Journal of Comparative Neurology Research in Systems Neuroscience, Suzana Herculano-Houzel, de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee, sostiene que gozar de una larga vida dependerá del número de neuronas presentes en la corteza cerebral.
En concreto, tras comparar la longevidad de más de 700 especies endotérmicas, o de sangre caliente, con el contaje de células neuronales corticales de su cerebro, la investigadora concluyó que a mayor cantidad de estas neuronas, mayor perdurabilidad. Ello explicaría por qué las cacatúas sobreviven en más de 50 años a las ratas, a pesar de compartir un tamaño corporal similar.
Los humanos no representamos una excepción a esta regla, pues los datos demuestran que crecemos, maduramos, envejecemos y morimos a la velocidad que nos corresponde de acuerdo con el número de neuronas de nuestro córtex. Ello contradice la idea de que vivimos más años a consecuencia de una infancia inusualmente larga, que retrasa la maduración sexual y el envejecimiento. Las diferencias de longevidad con respecto a otros primates radican pues en la corteza cerebral.
Pero, ¿qué relación existe entre la cantidad de neuronas y la esperanza de vida? Con el paso del tiempo, el organismo acumula errores que interfieren en la correcta función celular. Herculano-Houzel especula acerca de la posibilidad de que el daño neuronal en la corteza cerebral afecte procesos como la cognición o la regulación del organismo, hecho que, finalmente, conllevaría la muerte. Por consiguiente, la vida solo sería posible mientras hubiera neuronas corticales suficientes para el mantenimiento de las funciones vitales.
En conclusión, el estudio anima a cuidar bien nuestro cerebro mediante la realización de actividades que mantengan en buen estado la función neuronal, ya que nuestra esperanza de vida dependerá de la salud de estas células.